Es verdad, este mundo frenético no nos lo pone fácil. Por eso, son aún más interesantes estos consejos para encontrar la paz interior. ¡Con un poco de esfuerzo, sí se puede!
¿Qué significa encontrar la paz interior?
Es muy probable que todos acudamos a una misma imagen para imaginarnos lo que es la paz interior. Me refiero a cualquiera de esas escenas en las que alguien está practicando meditación o cualquier técnica de relajación. Y, por supuesto, como veremos después, este tipo de herramientas pueden ayudarnos a encontrar el equilibrio y a salir de estados de ansiedad o momentos de estrés.
Pero, identificar que encontrar la paz interior es exclusivamente eso, puede ser algo restrictivo. Me gustaría que, sobre todo, lo relaciones con tu bienestar emocional, un concepto más amplio. Piensa que, puedes estar inmerso en una situación de lo más estresante y, precisamente, que tu paz interior te ayude a mantener el control, a gestionar ese momento como algo puntual.
Esa es la verdadera importancia de tener paz interior. Que te permite mantener una cierta armonía y equilibrio incluso en circunstancias adversas. Porque tiene mucho que ver con la satisfacción personal, con la confianza, con la seguridad. Y, con algo que me habrás escuchado en más de una ocasión, con quererte a ti mismo, con tus limitaciones y defectos incluidos.
Aprender a tener paz y armonía interior
Como ya he comentado, existen técnicas para relajarte y encontrar esa paz puntualmente y, sin duda, son eficaces. No seré yo quién no recomiende el mindfulness o las técnicas de meditación, como herramientas más que útiles para manejarnos con nuestra cotidianeidad.
Sin embargo, sería muy interesante que te plantees este reto de encontrar la paz interior como un objetivo más a largo plazo. Que te animes a embarcarte en un camino de aprendizaje más lento. Pero, que te va a proporcionar satisfacciones más profundas y duraderas.
Hay un primer paso esencial, todo este proceso se basa en un mayor conocimiento de ti mismo. Saber quién eres, entenderte y aceptarte. Desde este punto de partida, vas a poder validar tus emociones, liberarte de lo prescindible y, sobre todo, tener capacidad de gestionar tus sentimientos y reacciones.
Por supuesto, visto así puede parecerte una meta inalcanzable. ¡Si tú solo habías pensado manejarte con cierta tranquilidad en tu agitada rutina! Es normal que encontrar la verdadera paz interior te parezca inabarcable. Por eso, vamos a ir paso a paso, estableciendo metas que te acerquen, poco a poco, a ese deseado equilibrio mental.
1. Ordena tu vida para encontrar la paz interior
Para empezar, toca un poco de actividad y superación de la pereza. Y es que, nuestro entorno físico nos afecta emocionalmente más de lo que pensamos. Así que, manos a la obra y saca algo de tiempo para organizar tu casa. Un espacio limpio y ordenado ayuda a despejar la mente. Por cierto, el propio trabajo manual ya es una herramienta para salir del bloqueo o el agobio mental.
Es momento de deshacerte de lo innecesario. Y, sobre todo, de lo que te traiga malos recuerdos o te genere vibraciones negativas. Sin entrar en fenómenos paranormales, lo cierto es que hay objetos que nos entristecen o nos hacen aislarnos. El mecanismo es similar al que generan los objetos de apego en los bebés y niños pequeños. A ellos, ese peluche o esa mantita les transmite seguridad, a ti esa foto te retrotrae a un momento de dolor o pérdida de confianza.
2. Simplifica y establece límites
Imposible encontrar la paz interior si no asumes esta premisa: eres un ser limitado y no puedes llegar a todo. No se trata de que racionalices esta idea, seguro que ya lo has pensado. Es momento de ponerla en práctica:
- La vida no se va a desmoronar porque hoy no pongas el lavavajillas y te sientes a relajarte viendo un capítulo de tu serie.
- Tu amigo seguirá llamándote para salir a cenar, aunque esta vez hayas decidido quedarte en casa.
- Tu hijo no será un adulto frustrado como consecuencia de no apuntarle a una determinada actividad extraescolar. El horario es infernal y te va a llevar de cabeza toda la semana. Seguro que puedes proponerle una alternativa que os encaje a ambos. O, en todo caso, recuerda que a los niños hay que enseñarles a gestionar las frustraciones. A veces un “no” a tiempo es la opción más razonable.
3. La medida real de los problemas
Un poco siguiendo la línea del epígrafe anterior, aquí el foco hay que ponerlo en la jerarquización de los problemas. Hay situaciones que surgen, que tú no puedes evitar. Pero, lo que está en tu mano es la repercusión que ese suceso te produce:
- Quedarte sin trabajo, al menos momentáneamente, sí es un problema.
- El retraso de la fecha de un examen es un inconveniente, sobre todo, si ya lo tenías todo organizado. Pero, no es un problema, se soluciona volviendo a organizar tu agenda.
- ¡No!, que tu peque se haya constipado no es el fin del mundo. Te preocupa, te puede generar un descuadre en la conciliación familiar. Pero, no es una enfermedad preocupante o que deba angustiarte. Una buena dosis de mimos y paciencia y todo se supera en dos días.
Así que, ya ves. Vivir implica sufrir y superar momentos muy duros y difíciles. Es más productivo que no añadas complicaciones. Cuando te encuentres en esa disyuntiva, piensa en la verdadera relevancia de esa situación, en las secuelas que podría causar. En más de una ocasión, vas a relativizar tú mismo en cuanto analices con algo de calma ese problema.
Encontrar la paz interior es posible y está al alcance de tu mano. Es verdad que, al principio, puede parecerte una misión imposible. Por eso, es importante que lo visualices como un proyecto a más largo plazo, con pequeños retos y obstáculos que ir superando progresivamente. Y, claro, siempre con la opción de contar con apoyo psicológico. Para mi equipo y para mí será un placer acompañarte.
Psicóloga colegiada B-01444. Especialista en Terapias de Tercera Generación. Terapia de Aceptación y Compromiso. Terapia Cognitivo Conductual y Neurociencias. Acreditada como Hipnoterapeuta clínico Experto en Psicosomática.
