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Psicología general

¿Tienes un problema con el ego? 5 señales que no debes ignorar

Es muy positivo tener una buena imagen de ti mismo. Pero, ¿qué pasa cuándo damos el salto de la autoestima a querer convertirnos en el centro del universo? No siempre es fácil detectar que estás dominado por un exceso de ego. Hay alertas que te avisan, es momento de reconocerlas.

Cómo saber si tengo un problema de ego

¿Qué es realmente el ego? Parece necesario delimitar exactamente de qué estamos hablando, más cuando se trata de un término que genera cierta ambigüedad. No vamos a profundizar en las interpretaciones que se han dado del ego desde la filosofía o el psicoanálisis. En esta ocasión, lo que nos interesa es centrarnos en su versión más práctica, la que nos afecta en el día a día.

En principio, el ego es una especie de máscara, un escudo protector que creamos para defendernos del mundo exterior. No eres tú realmente, sino lo que crees que eres. Sin embargo, aunque parezca que te ayuda con tus miedos e inseguridades, la relación entre el ego y la salud mental suele desembocar en estrés, puede aislarte y fomenta un mecanismo de autodefensa que es demasiado limitante.

¿Confuso? Veamos algunos ejemplos que muestran la diferencia entre lo que es el “yo” y lo que es el “ego”.

Ejemplo 1

Ego: Siempre te viene a la cabeza un comentario negativo o una crítica, cuando se alaba el trabajo de tu compañero. No te equivoques, esto no es espíritu crítico, ni perfeccionismo, es una muestra de inseguridad.

Autoestima: Ante el éxito de tu compañero, le felicitas sin más. Incluso, le pides consejo y ayuda para añadir su experiencia como parte de tu aprendizaje.

Ejemplo 2

Ego: Da igual que sea una reunión de trabajo, una cena con amigos o una celebración familiar. En cualquier evento social, te conviertes en el centro de atención, aunque implique interrumpir a los demás o no escucharles.

¡No!, por mucho que te convenzas, nadie es un experto en todos los temas, ni tiene la anécdota más divertida para cada situación. Tampoco hace falta que des consejos constantemente, aunque nadie te los pida.

Autoestima: Te parece muy interesante escuchar lo que cuenta alguien que es una autoridad en una materia concreta. Intentas establecer un diálogo en el que compartes tu opinión o experiencia con él, en un intercambio de ideas enriquecedor para ambos.

Ejemplo 3

Ego: Cuando estás con un amigo, encuentras siempre un motivo para criticar a otro de vuestros colegas, te pones a criticar a sus espaldas y, por supuesto, nunca le harás estos comentarios a la persona afectada a la cara.

Autoestima: Te parece que tu amigo se está equivocando. Encuentras el momento oportuno para decirle lo que piensas, con el máximo respeto. Ser sincero no justifica la mala educación.

5 señales de ego descontrolado

Espero que con los ejemplos anteriores hayan servido para entender la diferencia entre ser una persona segura, con sus propias opiniones y que se valora a sí mismo, frente a quien solo acepta su punto de vista e intenta controlar todo a su alrededor. Es como subirse a la Torre Eiffel no para tener una mejor vista de París, sino para que todo el mundo vea hasta dónde has llegado.

Este exceso de ego no te refuerza, ni mejora tus relaciones. Hace que tengas una percepción distorsionada de ti mismo y de la realidad, lo que nunca puede ayudarte a evolucionar. Por eso, es clave detectar las alertas que te avisan del descontrol de tu egocentrismo. Estas son las principales señales.

1. Tienes problemas para delegar

Esta es una de las manifestaciones de un ego exacerbado más fáciles de detectar. Te resulta imposible compartir responsabilidades, del tipo que sean. Revisas la agenda escolar de tu hijo, que ya es un adolescente. Hoy no cocinas tú, pero estás revoloteando y supervisando todo lo que hace tu pareja.

Como ves, no es necesario que declares explícitamente que no delegas. Pues hacerlo de una manera más sutil, con tu actitud. El resultado es el mismo, demuestras que no confías en que nadie haga nada como tú.

2. Tu ego te hace justificarse constantemente

Puede parecer que las personas ególatras tienen un talante soberbio y que apabulla a los demás. Sin embargo, también, tiene una vertiente de sumisión. Te hace falta un reconocimiento infinito, te da pavor que te rechacen. Eso te lleva a estar siempre dando explicaciones y, sobre todo, te impide decir que no.

3. No eres tú mismo

Puedes estar todo el día hablando y participando, pareciendo la persona más segura del mundo. Pero, por dentro, sientes que estás interpretando un papel. Ese no eres tú, finges continuamente porque no te atreves a mostrarte tal y como eres.

Esta actuación permanente es agotadora, por mucho que acabes automatizándola y casi creyéndote el personaje. Pero, además, te impide establecer relaciones saludables con los demás.

4. Te quedas estancado

Te has ganado ya fama de resolutivo en tu puesto de trabajo, te sientes cómodo con las pautas de convivencia que habéis establecido en casa y tu tiempo de ocio está superprogramado. ¿No te das cuenta de que vives inmerso en eso que se llama zona de confort?

Está claro que esta manera de entender la vida te proporciona seguridad y te evita exponerte a un posible fracaso. Pero, a la vez, ¡es tan empobrecedor! Pierdes los estímulos, la ilusión y, seas o no consciente, dejas de disfrutar. Sí, tu ego te mantiene a salvo, pero pagando un precio muy elevado.

5. Tus relaciones son poco satisfactorias

El ego te lleva a mostrar tu peor versión. Esa que juzga sin piedad, que no es capaz de empatizar con los éxitos de otros, que busca siempre el aplauso y el reconocimiento. Además, ni siquiera tienes capacidad de liderazgo, por mucho que alardees de tus cualidades, porque todo lo que haces se enfoca a reivindicarte, no repercute en los demás.

Así, es prácticamente imposible conectar emocionalmente y, por tanto, establecer relaciones verdaderas y enriquecedoras.
Si te sientes desbordado, no pierdas la esperanza. Podemos ayudarte a gestionar el ego en terapia. Te animo a trabajar en tu autoestima, porque mereces disfrutar de la mejor versión de ti mismo.

Psicóloga colegiada B-01444. Especialista en Terapias de Tercera Generación. Terapia de Aceptación y Compromiso. Terapia Cognitivo Conductual y Neurociencias. Acreditada como Hipnoterapeuta clínico Experto en Psicosomática.

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