El ámbito social es una parte esencial de nuestras vidas. Por eso, siempre es un buen momento para mejorar las relaciones personales. Ciertas herramientas psicológicas son especialmente útiles en este proceso de aprendizaje. Te ayudo a conocerlas.
Todos podemos mejorar nuestras relaciones personales
“Desde bien pequeño, ya se veía que era el más extrovertido y sociable de la clase”. Seguro que has oído algún comentario similar o, el contrario, sobre la incapacidad de socializar como si fuesen atributos innatos. ¿Cierto o falso?
Hasta donde sabemos, la predisposición a ser más o menos habilidoso para establecer relaciones interpersonales es mínima. El grueso y la parte sustancial de la capacidad socializar es producto del aprendizaje.
Así que, no pienses en las habilidades sociales como un rasgo de personalidad, sino como patrones de conducta. Es una excelente noticia porque eso implica que las adquirimos, básicamente, mediante por una combinación de tres fuentes de aprendizaje:
1. La observación
Cualquier padre o madre sabe hasta qué punto sus hijos repiten lo que les ven hacer. ¿Has crecido en un hogar de “puertas abiertas”, donde siempre había sitio para que un amigo se quedase? O, por el contrario, ¿tu familia es muy celosa de su intimidad y poco dada a relacionarse con otros padres? En principio, los comportamientos asociados a esa forma de entender las relaciones sociales serán fácilmente los que tú tiendas a mostrar, al menos en tus primeros años.
Pero, no solo en lo que pasa en casa. Cualquier entorno en el que se desenvuelven los niños les sirve para absorber como esponjas aquello que les llama la atención, incluida la manera en la que se establecen las relaciones sociales.
2. Las propias experiencias
Otra forma de aprendizaje clásica, el método de fallo-acierto, trasladado al entorno de las relaciones. Normalmente, si has comprobado que una cierta actitud, te facilita el acercamiento a otras personas, será la que repitas siempre que lo necesites.
Seguro que has notado o te han comentado lo agradable que resulta el tono que usas para conversar. ¿Por qué vas a cambiarlo? Y, ¿qué me dices de esa sonrisa con la que siempre saludas? No será la primera persona que te agradece ese buen rollo que irradias. Pequeños detalles que ayudan a mejorar las relaciones personales.
3. Enseñanzas recibidas de forma verbal
Finalmente, también aprendemos a desarrollar nuestras habilidades sociales porque recibimos indicaciones directas sobre lo que debemos hacer.
Muchas tienen que ver con esos usos sociales en los que nos educan, “hay que pedir las cosas por favor”, “para hablar en clase debes levantar la mano y pedir permiso”.
Otras se relacionan más con valores que facilitan el establecimiento de las relaciones personales. Desde niños nos enseñan que no hay que reírse de los defectos de otras personas o que tenemos que preocuparnos y consolar a alguien que vemos sufrir.
Herramientas psicológicas para socializar
Ya hemos establecido un marco muy positivo, el de que las habilidades sociales se aprenden, no se nace con ellas. Es importante porque la capacidad de relacionarnos es un pilar esencial de nuestro bienestar emocional. Por tanto, el aislamiento social o la soledad no deseada son, desde todas las perspectivas, situaciones que nos generan ansiedad y dificultan nuestro desarrollo personal.
Así que, ¡manos a la obra! Saber que siempre puedes mejorar tus relaciones personales es un excelente punto de partida para ponerte con estos pequeños cambios. Los resultados no se harán esperar.
1. Mejorar las relaciones personales con escucha activa
La base imprescindible para establecer relaciones es la comunicación. Esta debe ser bidireccional, lo que implica que muestres el mismo interés en lo que te dicen que en lo que tú comentas. No basta con oír, hay que mantener una escucha activa. ¿Y esto qué es? Pues, estas pautas son muy eficaces:
- Mantente callado cuando la otra persona habla. Si te pones a interrumpir en medio de una frase a tu interlocutor, no demuestras nada de respeto.
- El lenguaje gestual. Ese silencio no debería ser pasivo. Tus gestos y la postura que adoptas muestra hasta qué punto te interesa lo que escuchas.
- Incorpora los mensajes del otro a tu respuesta. Si cada uno habláis de lo vuestro, eso no es diálogo, son dos monólogos intercalados.
2. Ten confianza en ti mismo
Solo si estás seguro de tus capacidades, los demás van a tener esa imagen de ti. Debes intentar controlar tus miedos o no transmitirlos. Para conseguirlo, es esencial que no intentes ser quien no eres. Algunos ejemplos para que lo visualices:
- Si no se te dan bien las bromas, no las uses.
- No eres el más locuaz, pues no intentes ser el protagonista de la conversación. Habla solo cuando te sientas cómodo.
3. La empatía, la mejor aliada de las relaciones personales
Empatizar es ser capaz de ponerme en la piel del otro. ¿Quiere decir que tienes que estar de acuerdo en todo? No. ¿Tienes que pensar que tú harías lo mismo? Tampoco.
La empatía significa que entiendes lo que siente otra persona, que no la juzgas. Sus razones no tienen por qué coincidir con las tuyas, pero debes respetarlas. Quizá tú no te sentirías tan dolido porque no te han invitado a esa reunión de antiguos alumnos, pero si tu amigo lo está pasando mal, debes estar a su lado.
4. Disfruta de las diferencias
¿Imaginas un mundo en el que todos pensemos y sintamos lo mismo? ¡Vaya aburrimiento! Y, sobre todo, ¡qué panorama tan empobrecedor! Sin intercambio de opiniones, sin la posibilidad de abrir tu mente a otras ideas, la vida es mucho más gris y triste.
Así que, piensa en esas diferencias como una experiencia enriquecedora y que siempre aporta. Eso sí, planteada desde el respeto, la sinceridad y la educación. Por cierto, ayuda que pienses en los intercambios de ideas o conductas como exposiciones, no como una confrontación de la que una de las partes tiene que salir vencedora sobre la otra.
Siempre es un buen momento para plantearte mejorar tus relaciones personales. Te he dado algunas pautas que puedes aplicar en tu día a día. Si quieres profundizar más en tus habilidades sociales, solo tienes que contactarnos.
Psicóloga colegiada B-01444. Especialista en Terapias de Tercera Generación. Terapia de Aceptación y Compromiso. Terapia Cognitivo Conductual y Neurociencias. Acreditada como Hipnoterapeuta clínico Experto en Psicosomática.
