Lo que sientes y lo que piensas tiene un impacto en tu salud. Por eso, esa conexión entre cuerpo y mente se convierte en una excelente aliada para mejorar tu bienestar de forma integral. Solo tienes que aprender a interpretar las señales y a reaccionar, como vamos a ver.
Conexión entre cuerpo y mente: la influencia de las emociones
El ser humano siempre se ha interpelado sobre la relación entre su parte física y su parte emocional. Dependiendo de las épocas, de las creencias imperantes o de las culturas, se ha puesto el énfasis en el papel de una u otra.
Sin embargo, estoy casi segura que tu experiencia vital te ha demostrado que no hay dudas sobre esa interconexión físico-emocional. Ese nudo en el estómago antes de hacer una entrevista de trabajo. Esa sensación de irritación en la garganta cuando te callas una contestación a tu pareja.
Son solo dos muestras de la conexión entre cuerpo y mente, porque no me cabe duda de que no te costaría nada sumar tus propios ejemplos. Sales de ese difícil examen con la mandíbula totalmente tensa. O, después de una dura discusión con tu hijo, notas que tienes el cuello rígido.
Afortunadamente, hoy los profesionales de la salud trabajamos teniendo en cuenta esa doble faceta humana. Cuando vas a la consulta por tus jaquecas recurrentes, ahora tu médico suele preguntarte por algunas cuestiones de tu vida personal o laboral, que puedan estresarte o producirte ansiedad. ¿Quiere esto decir que deja de hacerte pruebas para encontrar una enfermedad física? ¡No!, pero te valora como un todo, un cuerpo y un estado emocional que se influyen mutuamente.
Emociones y sensaciones físicas
No es que haya unas emociones más importantes que otras. Sin embargo, hay algunas que solemos vivir con más intensidad y, generalmente, son las que más repercusiones nos dejan a nivel físico. No pienses solo en las más negativas, aunque tiene su lógica, ya que te están lanzando una alerta, un aviso sobre algo que no funciona del todo como debería. También las hay positivas, esas que nos impulsan a seguir avanzando en esa línea.
1. Cómo la felicidad refleja la conexión entre cuerpo y mente
¡Empecemos por las sensaciones satisfactorias! ¿Quién no ha oído alguna vez la expresión “mariposas en el estómago”? Normalmente, se asocia con el enamoramiento, pero de forma extensiva la usamos para explicar esa inquietud propia de momentos en los que estamos muy contentos y alegres.
Otros efectos físicos de la alegría que te resultará fácil identificar son la sensación de respirar mejor, como si tu pecho se expandiese, como si fuera mayor. Y, cómo no, una distensión muscular, estás más relajado.
Cómo gestionar: La verdad es que no te voy a descubrir nada sorprendente en la gestión de la felicidad. ¡Déjate llevar! Disfruta y date un respiro que te deje vivir estos momentos. Estaría genial si aprovechas para socializar, si lo compartes con otras personas.
2. El impacto del miedo
Esta emoción no te resultará tampoco difícil de identificar. Pese a lo que podría parecer, el miedo es una herramienta esencial para la supervivencia, porque nos alerta sobre posibles peligros. ¿Cómo lo digiere tu cuerpo? Básicamente, estas son las reacciones más frecuentes:
- Aceleración del ritmo cardíaco.
- Todo el cuerpo se tensiona.
- Puede haber molestias digestivas y dolor de estómago.
- Afecta a la calidad del sueño, ya que cuesta dormir o tienes interrupciones. Es muy típico despertarte sobresaltado por una pesadilla.
- Es habitual que produzca alteraciones en tu relación con la comida, por exceso, por defecto o por descontrol.
Cómo gestionar: Ya he comentado que el miedo es una emoción necesaria. El problema es cuando te domina. No se trata de reprimirlo, sino de afrontarlo con ayuda. Imagina que tienes pánico ante esa reunión con tu jefe, que te pedirá explicaciones sobre un fallo en la gestión de un problema. Primero, prepárate en detalle y con datos la respuesta. Y, además, practicar alguna técnica de relajación o respiración, te puede ayudar a ir más seguro.
3. El reflejo físico de la tristeza
Probablemente, la primera imagen que se te viene a la cabeza de alguien triste son las lágrimas. Pero, el llanto no es la única conexión entre cuerpo y mente de la tristeza. Suele acompañarse de otras como:
- Presión en el pecho, como si te costase respirar.
- Ausencia de apetito o, al menos, tienes pocas ganas de ponerte a comer.
- Pérdida de sueño o todo lo contrario, una apatía que te lleva a dormir a todas horas, como una forma de evasión.
- Falta de energía.
- Entumecimiento muscular, estás como encogido. Con el tiempo o la intensidad, puede desembocar en dolor de espalda o contracturas.
Cómo gestionar: La tristeza nos sirve para superar una pérdida. Es importante que expreses ese dolor, que pases por lo que los psicólogos llamamos duelo. Date un tiempo para reflexionar, para ser consciente del vacío o la huella que te deja esa ausencia. Pero, tiene que haber un momento en el que des un paso adelante, mires al futuro y encuentres un estímulo para seguir adelante.
4. Los enfados y su expresión corporal
Finalmente, nos fijamos en otra emoción con mala fama, pero esencial. Porque enfadarnos es una vía para reivindicarnos, para hacer valer quiénes somos o nuestros valores. Eso sí, sin dejarnos llevar, siempre manifestando ese enfado con respeto y educación. ¿Síntomas corporales?
- Tensión muscular.
- El ritmo cardíaco se acelera.
- Puedes tener sensación de aumento de la temperatura corporal, generalmente en el rostro. Ocurre un fenómeno parecido al de ruborizarse o ponerte rojo cuando tienes vergüenza.
Cómo gestionar: Tampoco en el caso del enfado es recomendable la represión de tus emociones. Una vez más, la clave es la moderación. Callarte no es la solución, si te ha molestado esa crítica de tu amigo. Debes hacérselo saber, pero sin ira. Puedes tomarte un tiempo, hasta estar más calmado y entonces plantearlo.
Aprender a leer las señales de la conexión entre tu cuerpo y tu mente es una extraordinaria herramienta que te ayuda a mejorar tu bienestar integral. No dudes en pedir apoyo psicológico para mejorar tu gestión emocional.
Psicóloga colegiada B-01444. Especialista en Terapias de Tercera Generación. Terapia de Aceptación y Compromiso. Terapia Cognitivo Conductual y Neurociencias. Acreditada como Hipnoterapeuta clínico Experto en Psicosomática.
