Cada pareja es un universo, con sus propias prioridades y sus códigos particulares. Sin embargo, esta afirmación no puede encubrir la realidad de una relación tóxica. Estas claves te ayudarán a distinguir esa toxicidad emocional.
¿Qué es una relación tóxica?
El amor no lo justifica todo, ni cuando nos referimos a nuestra pareja, ni cuando pensamos en nuestros hijos o amigos. Igual que, para reivindicarnos a nivel individual, no basta con alegar ese típico “yo soy así”, como explicación a cualquiera de nuestros actos.
Las relaciones tóxicas no son enriquecedoras, ni siquiera satisfactorias, aunque así lo creas si estás inmersa en una de ellas. Tampoco funcionan dentro de unas pautas mínimas de respeto y de equilibrio entre sus dos miembros.
Por supuesto que ninguna relación es un proyecto que se mantiene estable a lo largo del tiempo. Las crisis, los altibajos y los problemas forman parte de la convivencia. Pero, la primera diferencia que identifica una relación tóxica es que esas carencias o excesos son permanentes, forman parte de la manera en la que vives con tu pareja.
Ese estado constante de presión, puede desembocar en ansiedad u otros problemas emocionales. De ahí que sea interesante entender lo que os ocurre y actuar en consecuencia. Recuerda, estos comportamientos que identifican una relación tóxica no son puntuales, sino que están presentes en vuestra cotidianeidad.
1. El desequilibrio en los roles de poder
En las parejas o en otro tipo de relaciones es bastante frecuente que haya una persona que tiene más iniciativa que la otra. Hasta aquí, nada que objetar. Aunque, la verdad es que, no está mal que reflexionéis juntos si siempre es así. Porque a nadie se le da todo mejor que a los demás. Si lo pensáis, seguramente, encontréis situaciones en las que el menos líder sea más fuerte. Y, no estaría de más que en esos casos, sea el que tenga la voz cantante.
Dejando este consejo aparte, en una relación tóxica esta falta de equilibrio es la norma. Y, además, no se trata tanto de iniciativa como de dominio. Es decir, uno decide y el otro acata, sin plantearse siquiera la opción de matizar lo propuesto.
2. El chantaje emocional, una constante en una relación tóxica
¿Qué padre o madre no se ha quejado alguna vez del chantaje emocional al que le somete su hijo? Esos niños pequeños con sus rabietas incontenibles en medio del pasillo del súper, simplemente porque no has accedido a su capricho, son una imagen que todos visualizamos.
Sin embargo, nos cuesta más reconocer que nuestra pareja nos aplica chantaje emocional para forzar nuestra adhesión incondicional a sus deseos. Y, ¡cuidado!, hay maneras muy sutiles de presionar emocionalmente:
- El silencio. No siempre hace falta que tu pareja se enfade y suelte todos sus reproches. A veces, le resulta más efectivo sumirse en un silencio helador, no se inmuta ni reacciona hasta que no cedes.
- La lástima. Puede que tu compañero jamás te haya pedido que no salgas con tus amigos. Pero, se queda en casa con una cara mustia y te despide con comentarios sobre lo solo que se queda o las ganas que tenía de ver esa película contigo esta noche.
- El “y yo más”. Le comentas a tu pareja que necesitas tomarte unas horas de relax, tú solo, simplemente leyendo o escuchando música en otra habitación. Todo parece perfecto, lo entiende sin problemas. Sin embargo, se pasa el resto de la semana desapareciendo de casa durante horas, sin explicarte nada. Y, si le preguntas, la respuesta es que él también necesita su espacio.
3. La comparación como rutina
Ninguno estamos libres de no haber comparado en algún momento a una persona con otra. Es una situación relativamente frecuente, por ejemplo, de los padres que tienen varios hijos. Lo cierto es que deberíamos evitarlo, tanto si es en positivo como en negativo. Con los hijos, con los amigos, entre compañeros de trabajo y, por supuesto, entre parejas.
En el caso de las relaciones tóxicas, estas comparaciones se dan continuamente, en cualquier situación. El objetivo no es otro que ir minando tu autoestima, que te cuestiones si lo que haces es “normal”. Que empieces a sentirte “rarito” y cambies tu comportamiento para ser como se espera de ti.
Como psicóloga, no me canso de incidir en la importancia que tiene salir de esas dicotomías: blanco/negro, bueno/malo, normal/raro. Una de las riquezas de la vida es que está llena de matices, de grises. Aún más importante es aplicarlo a las personas.
En principio, no existen sentimientos correctos y otros equivocados. Deberíamos analizar cada momento, teniendo en cuenta el contexto y a la persona. Pero, por supuesto, esto es imposible que ocurra en una relación tóxica.
4. Dependencia, aislamiento y soledad
Tómate este encabezamiento como una secuencia indivisible. Porque, las tres situaciones van ligadas en una relación tóxica:
- Existe una dependencia emocional, además, bilateral, entre los dos miembros.
- Esa necesidad de dominio acaba provocando una separación del resto de vuestros círculos: lo tenéis todo en casa, ¿para qué salir a buscarlo fuera?
- Con las relaciones externas muy mermadas, parecería que tu compañero está disponible para escucharte y apoyarte. Muy al contrario, una pareja tóxica no funciona con empatía, sino con esas dinámicas de poder-sumisión que antes citaba. Por tanto, acabas sumido en esa soledad no deseada que tanto sufrimiento produce.
5. La sensación de que merece la pena
Hay más señales que puedes identificar con toxicidad emocional: la invalidación de tus sentimientos, el miedo al abandono o la falta de responsabilidad. Pero, sin duda, uno de los más preocupantes es la compensación. Al final, mantienes esa relación porque sientes que te compensa, que obtienes más de lo que te cuesta. Que vale la pena el esfuerzo, ya que consigues ese bien absoluto que es el “Amor”.
Para superar una relación tóxica, precisamente, tendríamos que empezar por ahí. Por ser capaces de liberarnos de una vez de conceptos como el amor eterno. Esa sublimación conlleva la justificación de cualquier acto o sacrificio en pos del objetivo de ser amado. Incluso, anular tu personalidad. Te animo a reflexionar con sinceridad, pero sin acritud, sobre tus sentimientos y estado emocional. Por supuesto, si necesitas apoyo, puedes contar con mi equipo de colaboradores, siempre dispuestos a acompañarte en este proceso.
Psicóloga colegiada B-01444. Especialista en Terapias de Tercera Generación. Terapia de Aceptación y Compromiso. Terapia Cognitivo Conductual y Neurociencias. Acreditada como Hipnoterapeuta clínico Experto en Psicosomática.
